Un genocidio olvidado
Monumentos, avenidas, incluso pueblos, con el nombre del genocida José Fructuoso Rivera. Quien un 11 de abril de 1831 realizó el exterminio del pueblo charrúa donde más de la mitad de la nación charrúa fue aniquilada como consecuencia de la acción militar de Rivera en Salsipuedes.
Rivera
convocó a todos los caciques charrúas para incorporarse a una nueva campaña
militar que supuestamente comandaría contra el sur de Brasil, con el objetivo
de recuperar ganado y repartirlo posteriormente entre quienes participaran de
la expedición. Confiados, los caciques acudieron a su llamada, llevando consigo
a sus guerreros, sus mujeres y sus niños, tal como era su costumbre, bien
conocida por Rivera.
Según los relatos, ese 11 de abril de 1831 asistieron a la reunión varios centenares de indios, que fueron agasajados y emborrachados. En un momento, Fructuoso Rivera le pidió a su amigo el cacique Venado que le alcanzara su cuchillo para picar tabaco, y entonces lo habría matado de un tiro. Esa habría sido la señal para iniciar el ataque. Inmediatamente fueron rodeados por una tropa de 1200 soldados al mando de Bernabé Rivera. Según la historiografía oficial ―basada en el informe de Rivera― el saldo fue de 40 indígenas muertos y 300 prisioneros. Entre las tropas hubo 9 heridos y 1 muerto.
Sólo unos pocos lograron escapar y perderse en los campos, evitando la muerte y la captura. Los que llegaron a Montevideo fueron repartidos entre los habitantes de la capital como servidumbre, desmembrando las familias charrúas según la conveniencia de sus nuevos "amos", perdieron rápidamente su identidad cultural, sus tradiciones y su forma de vida. Por lo tanto, la solución final ideada por el general Fructuoso Rivera para el "problema charrúa" fue realmente efectiva.
Durante más de 150 años, la historiografía oficial del Uruguay sostuvo que la etnia charrúa se había extinguido completamente. Sin embargo, en la década de 1990 se comenzaron a realizar estudios históricos y genéticos que comprobaron que un gran número de personas, sobre todo en las zonas Norte y Noreste del Uruguay y en las zonas limítrofes de Brasil y de Argentina, tienen ancestros charrúas en su árbol genealógico.
El pasado nos pone de cara a la realidad más dura, un pasado olvidado por la historia en los centros educativos, en los libros. Un pasado donde se arrasó una tradición nuestra, un gajo de nuestra historia. Por lo que hoy, es compromiso latente no dejar que se siga sosteniendo esa indiferencia hacia nuestra historia olvidada. Y aún más, que no se siga ofreciendo homenaje a genocidas como Fructuoso Rivera, ya que aquellos que ven sólo el pasado que les conviene, esos son y serán siempre los cobardes traidores de la patria.
Hoy en día, el 11 de abril es celebrado en Uruguay como el Día de la Nación Charrúa y se organiza una cabalgata hasta el lugar de la matanza donde se realiza un homenaje en honor a los caídos.